Thursday, March 01, 2007

padre Ignacio

subió al cole con un sillón playero y un pequeñísimo equipaje esta mañana, bien temprano.Le preguntó al chofer si este colectivo lo dejaba bien, y como sí,lo dejaba bien, se acomodó en el primer asiento con toda su enorme juventud a cuestas y algún motivo lo poderosamente fuerte como para querer ir a lo del Padre Ignacio. Le contó al chofer que tenía turno a las 16hs, que venía de Buenos Aires,de capital. Lo dijo porque el chofer no dejaba de preguntarle,no porque él en principio estuviera muy dispuesto a hablar. Le dijo que no venía por él, que en realidad él no era muy creyente pero que la madre le había pedido que viniera y venía hoy porque hoy era el día en que el Padre Ignacio atendía a los jóvenes. Que es cierto que con todas las personas que había hablado le habían confirmado que valía la pena venir.Que el Padre Ignacio siempre les había cumplido y esta historia se confirmaba,por supuesto, con la que el propio chofer le contaba con lujo de detalles de sí mismo. El chofer dijo que siempre se había acercado por trabajo. Que años había hecho el mismo recorrido del colectivo sin sentir la necesidad de parar,pero que cuando perdió el laburo fue, y se acercó, y cuando el Padre Ignacio lo tocó"sintió una cosa", una cosa que no se podía describir con palabras, y que lloró, y que el problema de él se lo arregló.Y con tanto lujo de detallles el chofer contaba sus experiencias-sus vivencias-cada vez que se había acercado , que los ojos del chico se abrían más y más grandes, y se llenaban de esa luz que sólo tiene la esperanza. Claro que yo no podía dejar de escuchar,claro que yo no podía parar de pensar, claro que mi medida esperanza del día de la fecha, en que sin ayuda del Padre Ignacio los docentes habíamos rechazado la oferta salarial y la propia conciliación obligatoria que el gobierno se había apurado a mandar, tenía como una melancolía a tono con el gris de una lluvia persistente y no a lugar en un día tan modestamente glorioso. Claro que las masas se me presentaban en mis imágines como son en realidad,de a millones y dispuestas a hincarse ante cualquier milagrero que les ahorre el esfuerzo de pararse sobre sus pies.Claro que buscaba sin encontrar algo para intervenir en la conversación que a esa altura ya me importaba casi más que el paro 100% que estábamos protagonizando porque esa conversación encerraba en sí misma el misterio de las pasiones que mueven a las multitudes. ¿Qué,exactamente qué habría traido a ese chico de tan lejos?Los vi persignarse prudentemente frente a la puerta de otra iglesia. No sé porque se me ocurrió que el chico no hacía esto a menudo. Llovía a cántaros en el momento de bajarme del cole y lo miré profundo a los ojos. -Que tengas suerte-le dije-a lo mejor lo que te ayude es el gran amor que le tenés a tu mamá. Me dijo gracias. Me dijo a lo mejor. no escuché bien lo que decía el chofer, y me dejé mojar por la lluvia que me mojaba como un llanto.

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