Wednesday, January 27, 2010

Una voz en el camino

De la radio como fenómeno ya se ocupó mucha gente.Hay películas bellísimas como las de WoddY Allem o la de Sacristán.Cuando no había internet, ni blogspot, ni mail, ni faceboock, ni fotolog , o no había celulares con msj, la radio era el todo sitio de lo íntimo y lo compartido.Soy de la época de la radio, "radito" le decía a mi radio spicka igual igual a la que mi papá tenía, igual a la que tenía mi prima y mis amigos.Y la radio estaba "hablando" con nosotros todo el día. No eran solamente las nocticias, era también esa rémora para solitarios que de tanto en tanto se encuentra en alguna FM de barrio, entre tema y tema,donde las mujeres hablan a los locutores y los locutores las seducen por radio sin intentarlas conocer nunca.Pero antes ,la radio, eso era todo.Sin imagen (y por lo tanto a rienda libre de todas las imágenes), al tono de la voz, al borde de cualquier infinita aventura.
Fui una entusiasta escucha de radio, hábito que aunque he intentado concientemente retomar,no he podido.No doy con el formato, con el horario o con la voz.Ese discurso pegajoso imperante termina por cansarme, y por qué no, también, prisionera de los tiempos que nos corren, abro el "goglee" y elijo entre millones de posibilidades la respuesta que más se acomode a lo que busco.
NO sólo amé la radio de "este lado". También, por épocas, he estado asumiendo la responsablidad de un "micro", semana a semana tras del otro.Fueron tres experiencias muy distintas ,en tres radios distintas, con tres conductores distintos , en momentos de la vida muy distintos y por motivaciones vaya a saber hasta que punto, distintas.
Lo más intenso fue lo de la época de "EL Molestar en la Cultura". Entonces yo escribía mis textos previamente con lápiz en hojas sueltas(la máquina de escribir se la había llevado, como me ha sucedido invariablemente y razón por la cual he decidido no tener más maridos, mi último marido).A la computadora todavía no había llegado.Descubrí con Galeano que "se escribe para alguien", y escribía para alguien, claro, como que no.Alguien que me escuchaba atentamente semana a semana, e ignoro hasta hoy si mis apasionados textos trascendían a otros oyentes, pero ni siquiera creo que importe. esa era mi estrategia de sobrevivencia en esos días, y para el caso, funcionaba bien.Desde los confines de la ciudad, un estudio de radio en la noche, puede convertirse en la experiencia más vital de las que uno disponga.Y para vivir, es necesario estar vivo, qué hacerle.
Ayer volví a una radio, a una de esa FM de barrio donde uno puede decir lo que sea.Queda todavía más lejos,el programa va todavía más tarde, y la radio es infinitamente pequeña.
He retomado el encuentro con el hombre de la voz.Apuesto a que habrá quien lo escuche,convocado por su extraño tono, que por otra parte concuerda absolutamente con él mismo. Es un hombre extraño.Piensa extraño.Dice cosas extrañas, cosas que muy poca gente piensa en estas épocas.establece una rara binocuidad entre los sucesos que tal vez se correspondan con aciertos.
En ese sitio tan lejano, en ese espacio tan reducido, tan tarde, al aire, de pronto sentí que "lo diáfano", por mencionarlo de algún modo, ese algún sitio de empecinada libertad interna crecía en mi como si estuviese recién regado. Y la sensación fue bella.
Y el café a posteriori en algún lejano punto de la ciudad que ni siquiera estoy muy segura de saber cual es, fue bello. Era el romanticismo de la utopía. Era la revolución como pasión del discurso, siempre más llevadera que su paciente, siempre sujeta a equívocos y empecinada construcción.
Y por supuesto que me doy cuenta de la locura que sostengo,y no obstante, hice un trato.¿Por qué no?En la ilusión de los controles se vienen, días de radio. Creo, el espacio podría llamarse ¿cómo?

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