Saturday, June 28, 2008

Democracia burguesa:Esa Señora de nariz tan larga

...y faldas tan cortas.



Kristina K arreció desde el púlpito: “Si quieren gobernar el país, agrúpense, formen un partido, preséntense a elecciones y ganen. No se puede dirigir un país a bocinazos, rutas cortadas, desabastecimiento y piquetes”… Y tiene razón. Digo, a ver si nos entendemos, en sus términos, los de la democracia burguesa, a los que tampoco“de fondo” les incomodan las irrupciones “golpistas” ( a uno y otro lado de las rutas) tiene razón.
Porque ninguno de sus dirigentes principales, ni tampoco los miles y miles que se enganchan “atrás”, de un lado y otro de las rutas clama por la democracia directa, por el poder popular, por la redistribución de la riqueza en los términos que lo harían justa para las grandes masas populares que la producen( y que a falta de una perspectiva propia cacerolean de un lado y otro). Es decir : miles y miles no están clamando por una forma superior de democracia. Están renegando de todo en la peor de las perspectivas, en una reedición devaluada del “que se vayan todos” que se alzó estridente en el 2001 contra la clase política, a partir de la declaración del Estado de Sitio, y esto hace a una considerable diferencia con el presente.
Y este es el peligroso saldo político del falso dilema: Están de un lado u otro o están hartos de todo, pero no están por su propio proyecto cuyos trazos desconocen aún en sus líneas más primarias, ya que se desconocen hasta los efectos económicos en sus propias vidas del sí o el no de las retenciones que desataron el conflicto.
El “campamento” frente al Congreso donde ¿realmente se dirimirán las cosas? no puede ser más payasesco: “verdes” y troyanos se chucean, se empujan, se gritan, se prometen respeto y finalmente juegan juntos al rugby, deporte “popular” por cierto, entre vacas y pinguinos plásticos…
Un país, pintoresco, turístico, sin duda el nuestro. Un mecanismo capaz de convertir en héroes, en prototipos dignos de imitación a un Bussi, a un grotesco Alfredo D’Angelis a un remilgado Miguenz y hasta a un soldado de la talla de D’Elia, en guardianes de lo único que les interesa: la defensa de la propiedad privada, su ganancia. Una “Democracia” para pocos, esos que en la mesa de la cena a la luz de las velas celebrarán su pacto para engullirnos bocado a bocado.

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