Sunday, December 30, 2007

Códigos de Plaza

Conozco la Plaza. Conozco las plazas y las cosas que en ella suceden. Conozco el olor de los tilos o de las acacias y hasta el rancio olor de los orines de noches de juerga.
Se que en la Plaza "pasan cosas". Que las meretrices se agolpan en el primer banco, y que se distribuyen su uso por rígidos y exactos cronogramas que respetan a rajatabla o se arma la bronca.
Se que hay hombres y adolescentes que tienen asignados diferentes sitios que rigurosamente respetan.Tal banco, tal árbol, tal techo.
Se que dificilmente un grupo y otro se contactan con otro gesto que sus mirdas torvas marcando territorio. Se que hay borrachos y drogadictos, agrupados y solitarios. Se que hay oferta gay que se consuma en los baños hediondos de la estación.Se que hay correctos caballeros de vidas ostentosas y "dignas" que cruzan distraidamente la plaza en busca de su cita ya acordada...
Se que hay mujeres y muchachos y niños con perros y perros solos. Se que al hedor de la vida se le suma el hedor de la mierda.
Se que hay cansados, trabajadores, gentes que tal vez tengan algo parecido a un hogar en algún lado , y hacen un alto con sus bicicletas bajo la sombra esquiva de los árboles, poblada de pájaros.
Se que hay palomas , y murciélagos ocultos tras los días.
Me hubiese gustado ir al río hoy,de veras me hubiese gustado y nada me impidió ir salvo mi cansancio previo. Me gusta el río pero no ir y volver de él, no el calor de los colectivos contra el asfalto ni la tristeza del regreso a la hora en que de veras quisiera quedarme allí, y me vuelvo, cuando nada, es cierto, exepto yo misma, me impide quedarme allí.
Entonces no fui al río y fui a la Plaza con mi libro de Heminway, y como se como es la Plaza, estuve alerta prque se que todos sabían que yo con mi libro de Hemimway no soy parte del paisaje estipulado de la Plaza un domingo a la tarde.
Es previsible que un niño pida una moneda. es previsible que un niño surgido de la nada se presenta y extienda su pequeña mano y pida una moneda. Pero no se por qué este niño chiquito y desenvuelto, cual si la calle fuera-y posiblemente así sea-todo y su único hogar, me pidió el libro de Hemimway.
Se porque le dije que no se lo daría, no se porque en principio le negué las monedas, ya que habitualmente no lo hago. Tal vez porque estaba, como dije "alerta", tal vez porque esperaba a alguien atrás del niño para arrebatarme el monedero que no tenía demasiado ,es cierto, pero se tambien que yo me olvidaría de eso cuando alguien quisiera arrebatarlo y lo pelearía por instinto.
Acostumbrado a los no, y sin nadie atrás ni tal vez en ningún lado, el niño fue a revolverlos volquetes y encontró una escoba vieja con la que se hizo un caballito.
Lo llamé entonces para darle las monedas,después de todo y le pregunté con quien estaba. Me dijo que con la mamá que estaba en la placita, y señaló vagamente algún lugar. Se llevó las monedas y el caballo imaginario y me dejó el libro de Hemimway sin ninguna gana de leerlo.

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