Thursday, November 24, 2005

publican mi homenaje en la revista del gremio:"el nombre de la Rosa"

EL NOMBRE DE LA ROSA: ROSA ZIPEROVICH
Mis padres fueron sus compañeros de ideas así que supe de Rosa desde que era niña. Como los chicos de todos los compañeros, como mis propios hijos, comí caramelos de su caramelera de cristal, y de toda la vida entonces, guardo de ella un recuerdo privilegiado. Por los 80, cuando los gremios volvieron a llenarse, Rosa se incorporó para siempre a tantos que nos iniciábamos en la participación sindical porque también en ese plano hizo docencia: cuando muy pocos se animaban a considerarnos “creibles”, creyó en nosotros y nos apoyó en la primera lista antiburocrática. Físicamente menuda, muy coqueta, con voz firme y segura, Rosa desplegaba tal batería de argumentos que era capaz de revertir la Asamblea más hostil y desterrar la duda más acuciante. Había un solo final posible para sus intervenciones públicas: el aplauso. Con los compañeros infinitamente paciente, infinitamente tenaz, infinitamente laboriosa, Rosa estaba permanentemente dispuesta a recibirnos, a compartir su mesa, a prestarnos sus libros... Tenía, como ella reconocía “el sí fácil” y esa habilidad de los maestros con muchos años de oficio para pescarnos en el aire una tristeza, una preocupación, un dolor, un miedo y acercar paz.
En 1998 se inauguró con los que habían sido sus libros, la Biblioteca de AMSAFE. Rescato un volante que escribimos entonces : “... en “Obra abierta”, otro libro de Umberto Eco, se nos enseña que un texto es susceptible de múltiples lecturas. Vista como “texto”, Rosa Ziperovich ha sido inscripta en más de una representación. Ha sido ejemplo de sus compañeros y ha logrado el respeto de sus enemigos. De otro modo no podría explicarse que Rosa, la perseguida por su condición de militante comunista, de educadora popular comprometida, la cesanteada , después fuera nombrada Profesora “Honoris causae” de la UNR, Ciudadana ilustre de Rosario, y a su muerte se haya decretado duelo en la provincia sin que por ello el sistema capitalista cambiara su condición de tal”.
-¿Pero Rosa no sabía que si dejaba de respirar se iba a morir?- así intentaba consolarme mi hijo, muy chico entonces, cuando Rosa murió. Le debo a Rosa mucho más de lo que puedo reconocer en un escrito como este y creo honesto decir – y ella lo supo en su momento- que no compartí todas sus posiciones políticas. Por eso. Porque si uno deja de respirar puede morirse, porque los que siempre luchamos no siempre estamos de acuerdo en como debe hacerse, en tiempos tan difíciles como este “contra todo oscurantismo, contra toda hipocresía, contra todo desaliento, en el nombre de la Rosa ... “hay que lograr que la verdad ría".

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