Tuesday, December 02, 2008

tacones lejanos

La vida, ya se sabe, es así: a veces transcurre como en la pantalla de un cine.
Eso sintió cuando llegando a la planta de la General Motors vió avanzar a los obreros por la callecita interna de la fábrica, decididamente hacia los portones cerrados.
Todavía no sabía por qué los obreros salían de la fábrica ni el motivo de la algarabía que acompañaba sus pasos.
Lo que sí, que esa masa de obreros andando a paso decidido, tuvo el mágico efecto de remontar su memoria en fracción de minutos tantas veces atrás, entre tantos otros compañeros de los que tantas veces fueron protagonistas de hechos como estos que quedan indefectiblemente registrados en la historia colectiva para re surgir, como ahora, aun cuando esa experiencia pareciera agotada.
En el cruce de caminos acababa de estacionar el camión móvil del noticiero de tv, y como en una película del realismo italiano, sobre sus tacones rojos, la movilera hizo heroicamente pie. El griterío de los obreros parecía soslayar cualquier otro motivo de convocatoria como no fuera el prolijo recorte de su figura al viento.
Dijeron, decían, esas cosas “de hombres” que se dicen en las canchas, excitados de su propia excitación, mientras la movilera acomodándose valientemente a la situación les explicaba, desde cierta distancia, con cierta desconfianza del hermetismo del cierre del portón, que estaban a punto de salir al aire, y que no la hagan quedar mal…
Se dominó para acercarse al portón entre los gritos hasta encontrar los interlocutores con quienes armar la nota.
-“Estamos firmemente unidos en esta medida no solamente por nosotros, sino también por lo que esta medida puede significar para los otros trabajadores.- dijo con voz firme en los portones de la General Motors de Rosario un obrero de la Comisión Interna. Y también él parecía de una escena del realismo italiano, aunque no conseguía acordarme exactamente de cual.
Y más alto, más grande, más lejos , más desafiantes que los tacos rojos de la movilera, era ese mensaje que el aire multiplicaría en cada casa como una braza de esperanza: Aquí, tras las puertas, en el cruce de rutas, en medio de la crisis mundial, los obreros votaron por unanimidad la huelga. Aquí, en el cruce de rutas, con toda su juventud a cuestas , en parte, seguramente sin siquiera intuirlo, los obreros de la General Motors de la planta de Rosario decidieron resistir.
Evalúo al paso la suma de sus juventudes. Evalúo en sus gestos la conciencia de la magnitud de la medida adoptada. Evalúo en sus risas la alegría de la dignidad con la que el miedo se soporta. Evalúo lo que esta medida podría significar en los otros trabajadores…
En el cruce de rutas, tacones lejanos, allá, desde otras luchas, también rojos como la sangre, alimentan mi esperanza.

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