Thursday, May 22, 2008

Homenaje



Fácilmente demostrable

El vivir
Es eso que sabes
Mejor que yo.

Qué le diera a las palabras
Batir poemas, ilusorios afiches,
Superestructuras de la sangre
Qué late, late, late, late?

Beatriz Vallejos

Dirán, dicen, las biografías que circulan que Beatriz Vallejos, poeta y artista plástica a partir de su relación con el imaginero Carlos Valdez Mugica, nació en Santa Fe en 1922 y murió en Rosario en julio del 2007. Dicen, dirán que su obra atraviesa desde el paisaje litoral al paisaje urbano. Registrarán por cierto, que vivió aquí, en San José del Rincón muchos años.
Pero corresponde que digamos nosotros, los que insistentemente regresamos a esa infinita mesa de familia, algunas cosas : Por ejemplo, que este país, como le decía ella, de San José del Rincón, era su sitio más amado, su residencia en la tierra.
Que fue Don Leonidas Vallejos, su padre, farmacéutico de profesión, el paciente jardinero del asombro y la magia, pues fue quien trajo a esta quinta, y a este pueblo, muchas de las especies de vegetales que hoy lo caracterizan.
Que entre montañas de harina y azucenas era Georgina ,su madre, y que Bebita era la menor de sus hermanos.
Fue este territorio de infancias, este jardín tantas veces invocado por Beatriz, la artista, que eligió no abandonarlo nunca.

En la Biblioteca Popular Mariano Moreno de Santa Fe, Beatriz conoció a Domingo Rigatuso, estudiante de la ciudad de Rosario y fue él, su compañero de toda la vida, el más firme impulsor de su obra:

- “Vos escribí, trabajá”- me decía siempre Domingo-, le habrán escuchado contar a Beatriz muchas veces.

Es difícil pensar que sin un compañero tan especial, una mujer nacida en 1922, pudiera darle el impulso trasgresor a una producción artística de sello tan propio.

Domingo es la razón por la cual Beatriz se trasladó a Rosario y la hizo también su ciudad.

Domingo y Beatriz hicieron en Rosario su familia. Esa familia que cultivaron y que honraron y a la cual nos gusta pertenecer y honrar.

Esa familia de imprecisos límites, de iguales, de pares, de compañeros, de leales, de íntegros, tan presente en la vida y en la obra de Beatriz.

Este encuentro en su casa, entonces, este encuentro en nuestra última casa común, es lo que nosotros ,su familia, teníamos que hacer con sus hermanos elegidos. Lo supimos ordenando sus cosas, rescatando de los lugares más insólitos, libros, fotos, testimonios periodísticos, cartas, manuscritos, bocetos, inéditos…

Cada una de esas cosas era una huella, una marca, una señal, un indicativo.
Y las huellas, y las marcas, y las señales, y las indicaciones, no venían sólo de Beatriz, no vienen sólo de Beatriz sino de sus interlocutores y sus voces, en una conjunción irregular de tiempos.
Trabajamos sobre ello con empeño. Trabajamos sobre ello con emoción. Trabajar en esto era reconocernos, buscarnos, encontrarnos…

Si todo texto es susceptible de múltiples lecturas, Beatriz Vallejos como texto habilita mil flores, ninguna ajena a los múltiples sentidos del compromiso social.

Leo de sus inéditos, éste del 2 de febrero de 1987 al que le llamó :

Sueño

Sueño. Desheredada vago
La generosa intemperie.
Sueño bellas palabras bellas
En estremecimiento de astros.
/Estrías
Del vahído profundo dirían.
Restalla la pancarta ardiente
En parpadeo de siglos
La palabra Revolución.

Beatriz, la del permanente río, la del cielo humano. Beatriz, detrás del cerco de flores, entre tarjetas de humo. Beatriz, por encima de todo silencio.

Aunque nuestra inscripción sea más íntima, conocemos el aporte y el valor de la Obra de Beatriz Vallejos. Los que saben de eso, entonces, cuentan con toda nuestra disposición para hacer su tarea.

A nosotros, su familia, se nos ocurrió este homenaje, y este homenaje en nosotros, la trasciende y nos abraza. En este homenaje está también Domingo, mi padre, en este homenaje está también mi hermano Luis, que la cuidó amorosamente hasta el final.

Por eso creo que Beatrice, mi madre, aprobaría por hoy, este “a cambio”.

Es más, pienso que Beatriz Vallejos, la artista, por hoy, sólo por hoy , no se molestaría por esta versión tergiversada de su poesía para esta lectura en el bambú:
… a cambio,
nos fue quitado un día
a un paso del sol,
casi nada.
… a cambio.
nos fue dado un día,
a un paso del sol,
casi todo.

La felicidad, esa escurridiza, se presenta de a ratos, a lamparones. De alguna forma está hoy entre nosotros.
A través de Beatriz nos fue dado este día, el del encuentro, y es nuestro.
Bienvenidos a todos. Gracias a todos por apropiarse de esto, por aceptar de tantas maneras este convite.

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