Friday, January 20, 2006

todas mis madres II

vengo de cuidar a mi madre, con esa sensación de desosiego, de infinita soledad, de horfandad eterna... Tenía 18 años cuando pude ponerlo en palabras, se lo dije a mi prima Lucy, de vacaciones: "Pero yo no tengo madre". Lo supe desde entonces, desde antes, desde siempre, siempre. Quise ser la madre que mi madre no fue: No importa lo que haga, todo estará condenado a salir condenadamente mal. No contaba con un padre ausente, no contaba con su propia culpa y su propio ego, no contaba con el enorme espacio que suele ocupar la ausencia, no contaba con las carretadas de violencia con que se suele querer sepultar el dolor., no contaba con que mi propia madre, que nunca tuve, elegería entre todos los nietos a mi propio hijo como preferido, no contaba con que mi propia madre, la que nunca tuve, la que me perseguía con sus gritos o sus silencios, la que me deseaba como el peor castigo posible el que tuviese un hijo como yo, y luego me miraba compadeciéndose, y me decía, que no, no, que ese era demasiado castigo. No contaba con que esa madre que siempre tuve, que tengo aún ahora, eligiera a mi hijo para quererlo-y tal vez sea mi hijo la única persona que de veras ella sea capaz de querer-con el compadecimiento profundo del castigo que le tocó a mi hijo por ser hijo mio. No contaba -pero siempre lo supe, siempre supe que así iba a ser-que mi padre moriría cuando yo todavía tenía tantas ganas de quererlo tanto, no contaba en que alguien tendría que tomar el lugar de la racionalidad, y ese lugar, por distintos motivos iba a tocarme a mí, no contaba con que el dolor pudiera ser tanto,-o sí-, y ya no pudiera pasar a hojas cargadas de ironía lo dramático, convertirlo en cuentos, en novelas, en actos creativos. No contaba con esto, no.

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